IHESA ZILEGI
BALITZ
Son personas en ruta .
Llegan hasta aquí huyendo de la miseria, de la guerra, de la persecución o de la muerte, siempre en la misma dirección, del sur hacia el norte, buscando una vida mejor, pero en la travesía solo encuentran obstáculos; fronteras, vallas, muros, controles, registros, detenciones, deportaciones…
No es una realidad lejana. La frontera entre Irún y Hendaya se ha convertido en un muro invisible. Por delante de nuestras casas pasan miles de personas camino de Europa, pero no los vemos, o no queremos verlos.
Son refugiados, inmigrantes, desterrados, desplazados… En 2021 más de 8.000 personas pasaron por Gipuzkoa a Lapurdi. En los últimos cuatro años han sido unas 20.000. No se sabe cuántos son exactamente, pero no son meros números; son personas, como tú.
Tienen miedo, pero también esperanza…
Ibrahim, Oumar, Moussa, Salma, Boubakar…
¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Adónde van? ¿Por qué huyen? ¿Qué penurias han pasado hasta llegar aquí? ¿Qué sueñan?
Tras abandonar su país de origen han cruzado el desierto, dejando atrás cadáveres, han atravesado el mar en un cayuco o en una patera, y tras una travesía extenuante, cuando están cerca de su destino, encuentran aquí el enésimo obstáculo. La policía francesa ha aumentado el control en la frontera, pero cuando se cierran unas rutas, se abren otras, menos seguras quizás, pero rutas al fin y al cabo. Estas cambian constantemente; cuando no se puede pasar por el puente, cruzan por el monte, o en el peor de los casos, atravesando el río. No todos llegan al otro lado. Son vidas que no importan.
Es uno de los mayores dramas de nuestros tiempos.
Si huir fuera lícito, si los caminos fueran legales y seguros, esto no estaría pasando. Buscar seguridad no es un crimen.
El objetivo de esta propuesta expositiva es visibilizar la situación de las personas que día tras día tratan de cruzar la frontera desde Irún.
Esta localidad se ha convertido en lugar de tránsito para miles de migrantes, pero no deja de ser una realidad paralela, ante la que muchas personas son indiferentes. La sensibilización es fundamental para acercarnos a esta tragedia humana.
La propuesta pretende exponer el camino que recorren los migrantes para cruzar la frontera de nuestro territorio, y poner en contexto esta realidad. La idea es realizar una exposición al aire libre con imágenes de gran formato de la mano de cuatro fotógrafos freelance. En total serían seis estructuras, de soportes metálicos o tubos de hierro galvanizado, cada una de ellas conformada por tres paneles de dos metros de ancho y un metro ochenta de altura, creando un habitáculo que se podrá visualizar desde el interior y desde el exterior. Los 36 paneles con lonas fotográficas -tres paneles por estructura a doble cara-, se complementarían con textos y mapas. Los textos estarían en euskera, castellano y francés.
Cada estructura abordará una temática concreta para poder poner en contexto la realidad de las personas migrantes, desde el origen, para entender las causas de su huida, pasando por los obstáculos que encuentran en las diferentes rutas y travesías, siempre con el objeto de crear una reflexión sobre las políticas migratorias. Es hora de romper mitos, prejuicios y estereotipos, de darnos cuentas que son personas, y que las personas que rescatan en un barco, las que saltan una valla, o las que han recorrido miles de kilómetros son las mismas que luego llegan aquí.
En definitiva, se trata de despertar nuestras consciencias ante la vulneración de los derechos humanos que se da en las rutas migratorias. Creemos que la sociedad se tiene que sentir interpelada ante este drama de nuestros tiempos. Europa explota y controla las minas de coltán, cobalto o grafito, pero cierra las puertas a las personas que huyen de la miseria, la guerra o la represión.
Independientemente de las razones que obligan o impulsan a cada persona a desplazarse, nadie merece morir por querer tener una vida mejor.
Toda persona tiene derecho a buscar protección fuera de su país en caso de huir de un conflicto que pone su vida en peligro o en caso de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, opinión política o pertenencia a un determinado grupo social, pero este derecho es vulnerado sistemáticamente.
Europa ha cerrado los puertos a los barcos de rescate, violando el derecho internacional, y las fronteras se han llenado de muros, vallas y controles.
A día de hoy, más de 100 millones de personas en todo el mundo han tenido que huir a la fuerza de sus hogares y luchan a diario por sobrevivir tras dejar atrás la violencia extrema o la persecución.
La Organización Internacional para las Migraciones ha denunciado que 50.000 personas han muerto en todo el mundo en las rutas migratorias desde que se comenzara a documentar los decesos en 1994.
El Mediterráneo se ha convertido en la mayor fosa común, pero nuestro territorio no es ajeno a esta realidad. Francia ha militarizado la frontera, impidiendo la libre circulación de las personas. Desde 2015 el control es férreo y delante de nuestros ojos se hacen devoluciones en caliente. intentan pasar al otro lad eon dos, en tres o en cuatro ocasiones.
El Tratado de Schengen fue uno de los proyectos más emblemáticos de la Unión Europea. Con este pacto, firmado en 1995, se garantizaba la libre circulación de las personas, pero las bases de ese proyecto son ahora más frágiles que nunca. La excepcionalidad recogida sobre el papel se ha normalizado. Irun es testigo directo de ello. Francia cerró sus fronteras administrativas en marzo de 2020, en el contexto de la pandemia, pero bajo el pretexto de la lucha antiterrorista ha mantenido los controles en los puentes de Santiago y Behobia.
La frontera sigue cerrada para los que tienen piel negra. La policía vigila día y noche, y cada vez es más difícil cruzar al otro lado para las personas sin papeles.
Es una realidad que acontece aquí. Y hay que contarlo.
1.
Presentación
Francia ha militarizado la frontera, impidiendo la libre circulación de las personas. Desde 2018 el control es estricto y expulsan ante nuestros ojos a las personas que logran cruzar la frontera. Francia cerró sus fronteras en marzo de 2020 en el contexto de la pandemia y bajo el pretexto de la lucha antiterrorista ha mantenido controles, entre ellos en los puentes de Santiago y Behobia. En 2023 se reabrieron los puentes, pero cada día se expulsa a los migrantes, sin papeles, siempre de piel oscura.
Son políticas crueles, despiadadas, inhumanas, ilegales
En las travesías se violan constantemente los derechos humanos y cuando se cierran unas vías se abren otras, cada vez más peligrosas. Cuando no se puede pasar por el puente, lo atraviesan por la montaña y, en el peor de los casos, intentan cruzar el río. No todos llegan al otro lado.
2.
EL MURO
DEL BIDASOA
Francia expulsa cada día a las personas que han conseguido cruzar la frontera. En Irun dejan a veces los intervenidos a varios kilómetros de la frontera. Los controles son permanentes, selectivos y discriminatorios. Están ahí día y noche.
La frontera se ha convertido en un muro infranqueable para las personas que huyen. Por eso buscan otros caminos. Se trata de pasos cruzados anteriormente por contrabandistas, hombres y mujeres que huían del franquismo, y refugiados portugueses que huían de la dictadura. A lo largo de la historia se han atravesado una y otra vez de forma clandestina estos senderos llenos de helechos y zarzas.
3.
LOS MUROS
DEL SUR
Las primeras vallas para frenar la inmigración fueron las de Ceuta y Melilla. Son los muros del sur. stán en África, pero son las primeras fronteras de Europa. La externalización de fronteras es una práctica cada vez más habitual y esta estrategia pone en peligro la vida de miles de personas.
Melilla está fortificada por tres barreras paralelas de doce kilómetros de largo y seis metros de alto. La primera alambrada se instaló en 1971, sujetada con postes de madera, pero con los años se ha sofisticado. Entre las vallas ahora hay púas y cuchillas, y en los últimos años se han instalado cámaras, sensores para detectar movimientos y luces para ver a oscuras.
4.
UN MURO
EN EL MAR
El Mediterráneo se ha convertido en un muro difícil de atravesar para los que huyen hacia el norte, bien sea por el precario estado de las embarcaciones, bien sea porque está controlado por las mafias, o bien sea porque se cierran los puertos a los barcos de rescate.
El Aita Mari es un antiguo atunero vasco rehabilitado en auzolan que ya ha realizado nueve operaciones de rescate desde que se echó a la mar en 2019. El barco acoge a los migrantes que salen de las costas de Libia o Túnez. Libia es un laberinto, una cárcel, un infierno. En Túnez la situación también es inhumana. Los cuerpos que llegan a las playas son enterrados en tumbas sin nombre.
5.
LA TIERRA
COMO MURO
Grecia es testigo de una de las mayores crisis de refugiados de la historia. Según datos del Alto Comité de las Naciones Unidas para los Refugiados, en el año 2019 llegaron al país más de 74.000 personas. Durante meses a las costas griegas llegaban cientos de refugiados, la mayoría de Siria, Pakistán, Irán y Afganistán. Europa, cerrando las fronteras, creó un muro en la tierra, una cárcel al aire libre en islas como Lesbos. En Moria, el mayor campo de refugiados, sobrevivieron miles de personas hasta que un incendió arrasó con él. Ahora malviven en Kara Tepe. Cerca de 35.000 refugiados viven repartidos en las islas del mar Egeo.
6.
MUROS,
MAPAS Y VIDAS
Actualmente más de 110 millones de personas en el mundo se han visto obligadas a abandonar sus casas.
Los que llegan hasta aquí proceden de países destrozados por las guerras, la corrupción y el expolio que comenzó en la época colonial, países envueltos en conflictos eternos que ni siquiera a veces ellos conocen las causas ni saben explicar.
En sus historias se entrelazan las travesías por el desierto, los controles en las fronteras, los registros y chantajes, y la odisea de cruzar el Mediterráneo.
EJEMPLO
MODULOS INTERIORES
MODULOS EXTERIORES
Si tuvieras interés en instalar la exposición en tu localidad, por favor escríbenos a info@ihesazilegibalitz y te enviaremos el dossier explicando el presupuesto y las condiciones para la exposición.
DESCRIPCIÓN DE LA OBRA
- 18 lonas 200 x 180 cm impresas a dos caras.
- Estas lonas recogen las 46 fotografías que componen la exposición, así como textos explicativos que contextualizan toda la obra.
- Impresiones en CMYK con tinta UV en lonas blockoutaptas para el aire libre.
- 66 tubos de acero galvanizado, incluidos los amarres y las bases contrapeso que componen la estructura de la exposición.
- La obra está pensada para ser expuesta en el exterior, pero también se puede instalar en el interior.
CONDICIONES DE EXPOSICIÓN
- El transporte y montaje/desmontaje se acordará entre el autor y la entidad promotora. Cualquier modificación deberá ser autorizada por el autor y/o responsable de montaje.
- La ubicación de la exposición se acordará entre el promotor y los autores, teniendo en cuenta la iluminación, la visibilidad y la seguridad del público.
- Las fechas de la exposición se acordarán entre promotor y autor, en base a la disponibilidad de la zona expositiva y de las agendas de los autores.
- Se pondrá a disposición de los promotores la posibilidad de realizar presentaciones y/o visitas guiadas por alguno de los autores, siempre según la agenda.
- El promotor se compromete a la debida vigilancia de la obra, así como a suscribir una póliza de seguro para el periodo de exposición de la misma. En caso de no contratarla, si la obra se estropeara durante su manipulación o durante el periodo de exposición y montaje/desmontaje, el promotor se encargará de sustituir la parte de obra dañada.
Gari Garaialde (Irún, 1972) vive la fotografía con pasión. Tiene una larga trayectoria como fotoperiodista. Tras trabajar para medios como Argia, Euskaldunon Egunkaria y Argazkipress, desde 2015 colabora con Getty Images y Agence France Press. Sus trabajos han sido publicados en Gara, Berria, La Gaceta, El País, Der Spiegel, The Guardian y The Washington Post.
Es fundador y director de la cooperativa BOSTOK PHOTO y miembro de la Asociación de Informadores Gráficos del País Vasco (EIGE).
BOSTOK PHOTO está formado por fotógrafos que miran el mundo desde una visión propia. Si algo les define es el fotoperiodismo de autor.
Javi Julio (San Sebastián, 1978) es un fotógrafo y director de cine especializado en refugiados, derechos humanos y memoria histórica. A lo largo de su trayectoria hemos visto sus imágenes en medios como Euronews, The Guardian, El País o Point 5.1.
Es socio fundador de la productora NERVIO, una plataforma desde donde ejercer un documentalismo independiente, con contenido social. Uno de sus trabajos más destacados ha sido el documental Aita Mari, estrenado en diciembre de 2021 y que recoge la transformación del pesquero vasco como barco de rescate y su primera misión en el Mediterráneo.
EL GRUPO DE TRABAJO
Gari Garaialde y Javi Julio son los impulsores de este proyecto, pero en la exposición contaremos con los trabajos de otros dos fotoperiodistas. El equipo de trabajo se completa con otras dos personas: una periodista y una diseñadora gráfica.
Santi Donaire (Jaén, 1988) estudió periodismo y comunicación audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, y, posteriormente, amplió su formación como fotógrafo en la mítica escuela Blankpaper de Madrid. Desde hace 10 años ejerce como fotógrafo documentalista. Sus imágenes se han publicado en medios como The New York Times, Le Monde, Time, El País, 5W o Diari Ara.
Ha sido premiado en el POYI Picture of the Year International (20179 y en el Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña (2019). En 2022 ganó la Beca Joana Biarnés con el proyecto “Hasta que la tierra aguante”.
Es miembro de la productora NERVIO.
Mikel Oibar (Bilbo, 1987) licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid, decidió convertirse en fotoperiodista para contar las historias que no llegan a través de los medios de comunicación. Amplió su formación en escuelas referentes como Artediez y BlankPaper. Ha desarrollado proyectos documentales sobre el conflicto de Ucrania, así como sobre las secuelas de la guerra de Bosnia y Herzegovina y sobre los campos de refugiados saharauis, y ha cubierto el tema de la migración a lo largo de las fronteras del sur de Europa. En el mundo del cine y la televisión ha trabajado como director de fotografía, operador de cámara y editor.
Kristina Berasain (Lizarra, 1973) es una periodista especializada en derechos humanos y conflictos olvidados. Licenciada en periodismo por la UPV, ha sido durante años responsable de la sección internacional del periódico Berria. A lo largo de su trayectoria profesional ha viajado a países como el Sahara Occidental, Palestina, Egipto, Etiopía, Argelia, Marruecos, Honduras o México, desde donde ha escrito crónicas y reportajes de largo recorrido.
Susana Fernandez (Donostia, 1983) entiende el diseño como una herramienta para cambiar el mundo. Estudió Publicidad y Relaciones Públicas en la UPV y más tarde realizó un máster en diseño en la prestigiosa Escuela Elisava de Barcelona. Tras varios años trabajando en una agencia de publicidad, acaba de crear una marca propia para desarrollar como freelance trabajos más personales: Su Estudio.
Gari Garaialde
BOSTOKPHOTO
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info@bostokphoto.com
Javi Julio
NERVIO
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info@nerviodocs.com